Ana era una niña de cinco años muy alegre. Tenía el pelo negro y los ojos negros también. Su padre, su madre y sus hermanas tenían los ojos azules, pero ella había había nacido con los ojos muy negros. Ana quería tener los ojos de un azul tan intenso como el de su familia. Por eso una noche rezó así: "Señor, yo quiero tener unos ojos azules tan bonitos como los de mi mamá y mi papá y mis hermanitas, hermosos como el cielo y bonitos como el mar. Yo sé que eres un Padre bueno y me lo vas a conceder". Y se durmió con este pensamiento.A la mañana siguiente se levantó corriendo y fue al espejo muy contenta para ver si sus ojos se habían vuelto azules. Y se vio a si misma en el espejo... con los ojos exactamente igual de negros. Se quedó un poco frustrada. ¿Por qué Dios no había cumplido su petición?Ana fue creciendo y creciendo, y Dios la llamó para ser misionera. Ahora trabaja en la India, rescatando a los niños que van a ser sacrificados en los altares. Cada día por la mañana se pone un velo y se viste como cualquier mujer india, se maquilla un poco la cara para que su piel parezca más oscura y va al templo a rescatar a algún niño o niña. Cierto día, su compañera en la misión (que conocía a su familia) le comentó: "es una suerte que tengas esos ojos tan negros, Ana. Si los tuvieras tan azules como los de tus padres y hermanas, no podrías estar haciendo esta labor tan importante en la India".
lunes, 5 de octubre de 2009
Los ojos de Ana
Ana era una niña de cinco años muy alegre. Tenía el pelo negro y los ojos negros también. Su padre, su madre y sus hermanas tenían los ojos azules, pero ella había había nacido con los ojos muy negros. Ana quería tener los ojos de un azul tan intenso como el de su familia. Por eso una noche rezó así: "Señor, yo quiero tener unos ojos azules tan bonitos como los de mi mamá y mi papá y mis hermanitas, hermosos como el cielo y bonitos como el mar. Yo sé que eres un Padre bueno y me lo vas a conceder". Y se durmió con este pensamiento.A la mañana siguiente se levantó corriendo y fue al espejo muy contenta para ver si sus ojos se habían vuelto azules. Y se vio a si misma en el espejo... con los ojos exactamente igual de negros. Se quedó un poco frustrada. ¿Por qué Dios no había cumplido su petición?Ana fue creciendo y creciendo, y Dios la llamó para ser misionera. Ahora trabaja en la India, rescatando a los niños que van a ser sacrificados en los altares. Cada día por la mañana se pone un velo y se viste como cualquier mujer india, se maquilla un poco la cara para que su piel parezca más oscura y va al templo a rescatar a algún niño o niña. Cierto día, su compañera en la misión (que conocía a su familia) le comentó: "es una suerte que tengas esos ojos tan negros, Ana. Si los tuvieras tan azules como los de tus padres y hermanas, no podrías estar haciendo esta labor tan importante en la India".
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