sábado, 17 de octubre de 2009

Erase una vez...


Érase una vez....un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismotan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de lareproducción.Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonceshizo doce copias de sí mismo.El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía antesí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturalezahumana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema.Regresó de nuevo y dijo: "Debe de ser usted un genio, señor, para haberlogrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubiertoque su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".El científico pegó un salto y gritó: "¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?"."Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al científico de entresus reproducciones y se lo llevaba consigo. "Todo lo que hace falta paradescubrir al 'ego' es una palabra de adulación o de crítica".

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